Vivir de alquiler no siempre resulta fácil, sobre todo si surgen desavenencias con el propietario que no sabemos muy bien cómo resolver. Sin duda, hay muchos motivos para ello: reparaciones que no se llevan a cabo, una fianza que no se devuelve o un alquiler que progresivamente va subiendo sin conocer exactamente la razón. En definitiva, te explicamos cómo actuar ante problemas con el casero.
¿Qué obligaciones tiene un casero?
La ley establece una serie de obligaciones que debe cumplir el propietario con respecto a su inquilino. Por lo tanto, es importante conocerlas para saber a qué tenemos derecho y qué podemos reclamar. En concreto, podemos hablar de lo siguiente:
- Debe ofrecer al arrendatario la posibilidad de negociar con el propietario la renta del alquiler, así como su duración del contrato.
- El arrendatario tiene derecho a pedir al casero que asuma las obras de reparación necesarias para conservar la vivienda en las condiciones de habitabilidad convenidas. Esto no comportará un encarecimiento del precio del alquiler. Se excluye de esta lista de arreglos aquellos desperfectos que sean imputables al inquilino.
- Debe abonar los impuestos y tasas municipales. Así, nos referimos al impuesto de bienes inmuebles (IBI), las tasas de basura o el seguro de la vivienda, entre otras.
- Permitir que el inquilino pueda ceder el alquiler a terceros en determinadas situaciones.
- Deberá devolver la fianza al inquilino al final del contrato si no se han producido daños en la vivienda y tampoco hay deudas con las compañías de suministros como el agua, la luz o el gas.
- Si el propietario vende a un tercero la vivienda, existe la obligación legal de mantener el contrato de alquiler.
¿Qué hacer para solucionar los problemas con mi casero?
En cualquier caso, es importante saber que en caso de desacuerdo entre las partes firmantes del contrato de arrendamiento contamos con el derecho de rescindirlo si así lo deseamos.
El procedimiento adecuado para solucionar todo tipo de problemas es el siguiente:
- Hablar con el propietario para exponerle nuestro problema. Ten presente que en muchas ocasiones es la falta de comunicación la causante de todos estos desacuerdos que pueden remediarse con el oportuno diálogo. También es cierto que el desconocimiento acerca de los derechos y obligaciones que marca la ley para ambas partes es otro de los motivos por los cuales a veces el entendimiento brilla por su ausencia.
- En caso de que no obtengamos una respuesta satisfactoria tras dialogar con el dueño, podemos dirigirnos al administrador de fincas para que medie en el conflicto.
- Si tampoco conseguimos solucionar el problema, podemos optar por el envío de un burofax al casero donde se recoja la causa del malestar.
- Si este hace caso omiso a esta última petición, podemos interponer una denuncia ante la policía.
No es una situación nueva que el propietario desatienda sus obligaciones de casero y que, en consecuencia, surja el malestar entre ambas partes y que el inquilino no sepa qué hacer para que su casero cumpla con sus obligaciones.
De este modo, por ejemplo, una de las situaciones más frecuentes son aquellas que tienen que ver con las reparaciones o el mal estado de alguno de los elementos de la vivienda. Ya dijimos que la obligación de mantenimiento corresponde al propietario, pero ¿qué pasa si este no hace nada al respecto?
En este caso si a pesar de que hemos puesto al corriente al propietario de lo sucedido de la manera más rápida posible, pero este no ha hecho nada para remediarlo, nunca debemos arreglarlos por nuestra cuenta ni mucho menos descontar este gasto de la renta que pagamos mensualmente. Si lo hiciéramos corremos el riesgo de que se interponga contra nosotros una demanda de desahucio por impago de rentas.
Si el inquilino se ve en necesidad de solucionarlo por sus propios medios dada la urgencia de la avería, es más adecuado que reclame el reembolso en un proceso judicial, pero nunca debe realizar ‘descuentos’ del importe del alquiler o dejar de pagar la mensualidad.
Otra situación muy habitual es la negativa por parte del casero de entregar la fianza una vez que el inquilino haya dejado la vivienda. Cabe recordar que según el artículo 36 de la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), al entrar a la casa el propietario puede pedir un mes de fianza, más otra mensualidad equivalente a la renta. En algunas comunidades, como Madrid, esta fianza se deposita en un organismo público que ha sido especialmente concebido para ello.
Hay un conjunto de casos que legitiman que el dueño se niegue a devolver la fianza al inquilino:
- Cuando el inquilino causa daños en la vivienda.
- Se marcha antes de tiempo y no avisa conforme a los plazos estipulados en el contrato.
- No ha pagado los suministros.
No obstante, en ocasiones, y a pesar de que la casa no ha sufrido desperfectos y se encuentra en perfecto estado, algunos caseros alegan deterioros en el suelo como rayaduras o cualquier otro problema que suele ser irreal.
Sin duda, con estos pretextos lo que buscan es quedarse con el importe de la fianza de una manera injusta y, por supuesto, ilegal. Por lo tanto, puedes denunciar al casero por quedarse la fianza.
El propietario debe demostrar que existen daños imputables al inquilino y para ello debe aportar facturas de la reparación. Solo así se podrá justificar su postura de no retornar la fianza.
Si no hay problema entre las partes, lo habitual es que la devolución de la fianza se efectúe antes de los 30 días tras la finalización del contrato.
Para evitar controversias lo aconsejable es revisar el piso antes de entrar a vivir, y avisar de la existencia de cualquier tipo de desperfecto e incluso realizar fotografías que apoyen la versión del inquilino.
¿Cuál es la Ley que protege al inquilino?
La normativa aplicable a las relaciones entre el arrendador (propietario) y el inquilino (arrendatario) es la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU). En ella se regulan todas las cuestiones que atañen a ambas partes a fin de ofrecerles más seguridad.
Sin duda, si pretendemos colocar nuestra vivienda en el mercado del alquiler, lo mejor es contratar un seguro de hogar para inquilinos que cubra la responsabilidad civil y que, además, puede ayudarnos a solventar cualquier discrepancia entre las partes implicadas.