Hay muchas razones que pueden motivar estos nervios a la hora de coger el coche. En concreto, nos referimos a las siguientes:
- El mal estado de las vías, abundante tráfico, presencia de obras que dificultan la conducción…
- Debido a la falta de experiencia, dado que apenas estamos aprendiendo.
- Haber experimentado un reciente accidente de tráfico o porque hemos presenciado uno de bastante gravedad.
- Por padecer amaxofobia, que es el miedo a conducir y que puede considerarse una patología.
Sin duda, este último caso merece una mención aparte. En la amaxofobia el conductor sobrestima el peligro y subestima sus propias capacidades. De este modo, sufre de una fobia limitante que es capaz de anularlo.
Por fortuna, este problema puede tratarse y existen cursos especializados en su abordaje. En este sentido, a día de hoy encontramos terapias grupales y tratamientos personalizados e incluso se recurre a la tecnología de realidad virtual (RV) para ayudar al paciente a superar la amaxofobia.
¿Qué es la conducción defensiva?
Una manera de mejorar nuestra capacidad de respuesta ante las eventualidades que surgen en la carretera es la conducción defensiva. En ella se pretende que el conductor sea capaz de anticiparse ante situaciones de riesgo en la carretera para evitar un accidente o minimizar sus consecuencias.
Para ponerla en práctica tenemos que incorporar a nuestra conducción las siguientes técnicas:
- Observar con atención todo lo que ocurre a nuestro alrededor. Para ello debemos prescindir de todos los elementos que puedan distraernos como, por ejemplo, cambiar la emisora de radio.
- Examinar los espejos retrovisores y tratar de controlar los ángulos muertos.
- Reducir la velocidad y adaptarla a las circunstancias de la vía o las condiciones meteorológicas.
- Mantener la distancia de seguridad respecto al coche que nos precede.
- No dar nada por hecho, pues siempre podemos encontrarnos con un vehículo que no respeta un stop o un ceda el paso.
- Conocer bien el vehículo ayuda a saber actuar en caso de peligro.
- Las manos siempre han de permanecer sobre el vehículo y no retirarlas en ningún caso. Recuerda que hablamos de ambas.
- Respeta siempre las señales de tráfico y las normas de circulación, pues tenerlas en cuenta es crucial para evitar accidentes.
En suma, la conducción defensiva es la actitud correcta, mientras que la que debemos evitar es la agresiva que puede llegar a convertirse en un grave problema para la seguridad vial. Muchas veces acabamos desarrollando una conducción agresiva sin apenas darnos cuenta. Así, uno de los factores que la favorecen es, por ejemplo, las elevadas temperaturas veraniegas.
En el caso de que te encuentres ante un conductor así, ten presentes estas recomendaciones:
- Retírate cuanto antes del camino del conductor que está adoptando una actitud agresiva. Incluso, si lo ves necesario, detén el vehículo y déjalo marchar.
- No desafíes nunca a alguien así.
- Evita mirarlo, pues puede que si lo haces se enfurezca aún más.
- Ignora todos sus gestos.
- Si crees que está cometiendo alguna infracción, denúncialo. Puedes decirle al copiloto, en caso de viajar con uno, que grabe las imágenes para presentarlas con tu denuncia.
Conviene que sepas que el comportamiento agresivo al volante se denomina Violencia Vial. De hecho, según la Ley de Seguridad Vial, esta conducta está penada con una sanción económica e incluso la pérdida de seis puntos del carné.
Pero si la actitud es grave, puede ser susceptible de ser considerada, a tenor de lo dispuesto por el Código Penal, como un delito, ya que es “conducir con temeridad manifiesta”. Por lo tanto, puede llegar a suponer la retirada del derecho a conducir, penas de prisión, además de cuantiosas multas económicas.
Actitud frente los otros conductores
Además, desde la DGT nos hablan de los siguientes consejos que pueden ser fundamentales a la hora de prevenir percances:
- Debemos comunicarnos con los demás usuarios según lo establecido por las normas; es decir, con indicadores luminosos o claxon, pero únicamente si es necesario para la buena marcha de la circulación. Hay que dejar de lado la comunicación basada en malos modos ya que crean un ambiente inadecuado para la seguridad vial.
- Nuestra actitud ha de ser de colaboración y cortesía con los demás usuarios. De esta manera, hemos de ceder el paso a otros vehículos más rápidos y no establecer absurdas competiciones.
- Utilizar la vía siendo conscientes de que es un espacio que todos debemos compartir. Por lo tanto, no hay que molestar a los demás usuarios y en caso de que alguno cometa una imprudencia, debemos tratar de comprenderlo y de disculparlo.
- Respetar la prioridad de paso.
☝ Ejercicios y buenas prácticas de conducción
Si queremos acabar con este problema debemos incorporar unas pautas a nuestra rutina de conducción que, sin duda, pueden ayudarnos a mejorarlo. Las vemos a continuación:
- Trata de olvidar los problemas cuando conduzcas.
- Sal con antelación para llegar con tranquilidad a tu destino, así evitarás liberar cortisol en la sangre que, como ya sabrás, es la hormona del estrés.
- No conduzcas cansado. Procura descansar correctamente antes de coger el coche. En caso contrario, procura posponer el viaje o que otra persona conduzca.
- Regula la temperatura del vehículo.
- Los atascos han de ser afrontados con la máxima paciencia posible.
- Conduce a una velocidad adecuada, ni excesivamente rápido, pero tampoco muy despacio.
- Apaga el teléfono y la radio.
- Evitar sustancias como el alcohol o las drogas.
- Circular siempre por la derecha y emplear solo el izquierdo para llevar a cabo adelantamientos.
- Una dieta adecuada y una óptima hidratación.
- No te automediques.
Dicho todo esto, parece claro que todos debemos ser solidarios a la hora de conducir. Si respetamos este principio, conseguiremos una conducción más segura para todos y, en definitiva, un menor número de accidentes en la carretera. Si quieres leer sobre los errores más comunes al conducir, no te pierdas nuestro artículo donde te contamos qué evitar mientras conduces y cómo prevenir accidentes ✔️